Entra, toma prestado algunos libros y piérdete en algún mundo mágico por un rato... el café, te lo debo.

Octubre 2015

Tengo amigos que me preguntan «¿por qué te empeñas en mortificarte intentando conseguir libros en físico cuando todos están en la web?». Obviamente, no hay muchos lectores en mis círculos y soy algo incomprendida. A riesgo de pecar de hipster, siempre voy a preferir los libros de papel, aunque asumo que todo buen lector piensa igual. Pero en algo tienen razón mis amigos: intentar conseguir libros en físico pasó a nivel mortificante.
Hasta la fecha, siempre que tenía chance de ir a un mall me decía «no vas a entrar en la librería, ¿para qué vas a entrar si sabes que te vas a infartar?», pero era difícil terminar de matar la esperanza que me decía «quizás hay algo nuevo por fin, quizás hay algo en versión bolsillo, quizás haya libros viejos con precios bajos». Sin mucha sorpresa salía de allí decepcionada: no había nada nuevo y no había nada viejo a buen precio. Aun así, mis piernas seguían resistiéndose a pasar de largo cuando tenía una librería en el camino.
Parecerá extraño que hable tanto de comprar libros tomando en cuenta que en este blog facilito una biblioteca, pero cuando dije «si están a tu alcance, cómpralos» lo dije sin cinismo alguno. De hecho, es una campaña que he mantenido y practicado aun cuando la compra de un libro me desajusta el presupuesto. Claro que más de la mitad de mis lecturas han sido por gracia del internet, pero puse de mi parte mientras se pudo. Para que me crean, les presento mi humilde colección:


Biblioteca de Clío ;)

Puede que en la blogesfera literaria se me juzgue rápidamente por tomar parte en el... mmm... intercambio alternativo de historias, pero no quiero volver a caer en el tema de la crónica anterior; miren arriba y díganme que al menos no lo intento. Y no es que las librerías de por aquí me faciliten el trabajo. Por ejemplo, sigue sin haber fluidez de mercancía. Quise coleccionar los libros de J.D. Robb y resulta que a este país sólo llegaron los libros 2, 8 y 9... ¿no es eso triste? Quise hacerme con una serie de Lisa Kleypas, y compraba cada libro sin orden y donde apareciera para aprovechar la oportunidad... el primer libro de la serie nunca llegó al país. En ese plan tengo 12 series fallas. Lo poco que aparecía en las librerías eran los libros de mal gusto que sólo compran las víctimas del marketing y aquellos libros excéntricos con autores de suficiente renombre para que los compren quienes leen por moda. Pero ya hablaré de eso en otra ocasión.
Por supuesto, el otro dilema sigue siendo el dinero. Antes era una lectora bajo presupuesto, ahora ese presupuesto se ríe en mi cara; pero es lo justo porque yo me río de él cuando veo esos números de chiste. En la crónica anterior les describí lo difícil que era adquirir cualquier cosa, mucho menos un libro. Ya no es cuestión de sueldos puesto que la situación no distingue entre clases sociales y ataca a todos, porque si hay productos no hay dinero, y si hay dinero no hay productos. El sueldo mínimo avanza a 5Km/h y la inflación lo rebasa, da la vuelta, y lo vuelve a rebasar a 300Km/h, jugando con él. La mitad de mis amigos se han ido del país, mi hermana incluida. Me estoy aguantando para no ponerme a escribir pestes peores, pero igual no creo que tenga que convencerlos; uds. deben ver noticias, y tienen que saber que aquí la economía nacional va por un tobogán bien pulido colina abajo. Sin embargo, cuando escribí la crónica anterior no pensé que habría necesidad de volver a explicar mi biblioteca virtual; todavía no había recibido el golpe final.
La última vez que pisé una librería (finales de Septiembre de 2015), entre dos amigos me tenían amarrada para que pudiéramos pasar frente a ella sin que les hiciera perder 2hrs allí adentro; lógicamente pudieron más mis ganas, pero mi victoria fue breve y me mataron justo al pasar las trincheras. Sorpresa: nuevas ediciones de clásicos. Sorpresa: un libro reciente por fin entra a estas tierras. Sorpresa: los precios más altos de la historia. De verdad, era ridículo. No suelo hacer escenas en público pero esa vez no me aguanté, tal era mi espanto. Tomé el libro que quería, fui hacía donde la cajera atendía clientes y exclamé un agónico «¡¿ESTOY LEYENDO BIEN ESTE NÚMERO, ESE ES EL PRECIO?!». La cajera, muy comprensiva ella, me dijo con expresión compasiva «No eres la primera en preguntarme eso. Sí, ese es el precio. Lo siento». Los clásicos valían lo mismo que dos libros 5 meses antes, y el libro que yo quería –el nuevo, pequeñito y tapa blanda– ¡costaba lo mismo que una lavadora 2 años antes! Mi salario mensual era 7422, ahora miren estos precios y traten de imaginarme trasladando la vista una y otra vez entre la estantería y mi cartera:


Un clásico: casi 1 semana de salario.


Otro clásico: 1 semana de salario.


Libro nuevo: ¡más de 3 semanas de salario!

Enero 2016

Mi gente... eso dolió. Como zombi me di la vuelta, regresé el libro a su sitio (tomé las fotos) y salí de la librería. Ese día me di cuenta que no habría otra cruzada en busca de libros. De milagro logré comprar 2 libros por Mercado libre para completar 2 series, a precios elevados por supuesto, pero me consolé pensando que eran un autoregalo de navidad, un último lujo en mucho tiempo. Mi insistencia para entrar en una librería ya es masoquismo, intentar completar series ya es absurdo, esperar a tener esas series completas para poder leerlas ya es tortura... sentirme culpable por mi colección digital: ya no más. Si aun así no logro que alguien se ponga en mi lugar, hasta aquí llega mi insistencia. Algún día estas circunstancias cambiarán, pero hasta entonces, aunque por otros medios, muchas historias me esperan.

CIERRE_ENTRADAS

1 comentario:

  1. Soy testigo de tus cruzadas; te acompaño en tu dolor y en tu Esperanza. Sí, algún día estas circunstancias cambiarán y nos sentaremos juntas a tomarnos una taza de café, a la luz de un buen libro nuevo, y entonces... nos deleitaremos en sus aromas.

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